Sabemos que en la actualidad la escuela es una institución de gran importancia social y su devenir educativo se caracteriza por matices de época que imprimen modos de pensar, sentir y actuar en la vida escolar y sus actores educativos.
Por ello la complejidad de los nuevos contextos y la diversidad de infancias que habitan la escuela, exigen desnaturalizar, repensar, redefinir y cambiar prácticas y creencias atravesadas por paradigmas tradicionales que ponen el foco en capacidades cognitivas sobre las habilidades sociales y emocionales.
La trama educativa caracterizada por prácticas y discursos complejos marcan la vinculación pedagógica en donde la relación entre docentes y niñas/os es fundamental para que el proceso de enseñanza y aprendizaje sea significativo.
Esto conlleva a comprender la importancia de que los diversos actores educativos, directivos, docentes, servicios de orientación, preceptores/ras se involucren como figura de apego dentro de la institución.
Para ello es fundamental la formación científica que posibilite a los actores educativos aprender estrategias que los habilita a ser más grandes, fuertes, y comprometidos/as con el objetivo de proteger, consolar y ayudar a organizar los sentimientos de niños y niñas facilitando el aprendizaje. Esto les permite a los estudiantes explorar y aprender significativamente en un lugar donde se sienten seguros para hacerlo.
Desplegar habilidades para la lectura de las necesidades relacionales de niños y niñas es una condición fundamental para el desarrollo integral escolar. Pensar el vínculo entre docente y estudiantes a través de una nueva lente que permita conectar, regular y explorar esas necesidades que en ocasiones están ocultas a simple vista.
En este sentido, la formación basada en el programa del círculo de seguridad en el aula permite reflexionar y reconocer las necesidades de los estudiantes y hacerse cargo para facilitarles una base segura que promueva la salud mental junto al bienestar en el aula. Este trabajo propone grandes desafíos a través de la deconstrucción de matrices naturalizadas en el formato escolar y plantea repensar la tarea docente no solo desde el enfoque cognitivo, sino también desde el desarrollo de capacidades sociales y emocionales. Otra arista de esta formación es que se busca la reflexión de la práctica docente, identificando las resonancias de las propias trayectorias escolares y vínculos personales.
La importancia del vínculo pedagógico: el/la docente como base segura
Continuando en la misma línea de las ideas anteriores, comprender la escuela como un dispositivo histórico, con lógicas singulares determinadas por un tiempo, un espacio, con relaciones vinculares y conocimientos de época es esencial para reflexionar sobre el espacio donde los niños y niñas desarrollan vínculos significativos basados en un apego seguro.
Conceptos como base segura, apego seguro, necesidades relacionales de exploración o de conexión, regulación emocional, adultos disponibles aportan a este enfoque una importancia sustancial al vínculo pedagógico.
El aprendizaje en el contexto educativo se logra en mayor medida cuando los niños y niñas sienten que pueden confiar y organizar sus emociones acompañados de su docente. Los estudiantes pasan varias horas del día en la escuela y encontrar en ella figuras secundarias de apego seguro – llamadas por John Bowlby figuras de apego subsidiarias- contribuye a la salud mental y a establecer vínculos significativos en la escuela.
Ser una base segura para niños y niñas interpela a los docentes a desarrollar la sensibilidad y disponibilidad para cubrir sus necesidades emocionales, habilitando así experiencias basadas en el fortalecimiento del vínculo pedagógico en el que se promuevan vivencias nutricias emocionalmente. Después de 25 años de investigación, sabemos que si conectas con tus alumnos/as mediante un vínculo de apego seguro es más probable que:
Se sientan más conectados y alegres de ser parte de su escuela. Birch, S. & Ladd, G. (1997).
Mantienen actitudes positivas sobre la escuela. Birch, S. & Ladd, G. (1997).
Muestran un mayor cariño hacia sus maestros/as. Birch, S. & Ladd, G. (1997).
Van cada día a la escuela con ganas. Gest, S., Welsh, J. & Domitrovich, C. (2005).
Permanecen en la escuela en lugar de buscar excusas para irse temprano a casa. Gest, S., Welsh, J. & Domitrovich, C. (2005).
Tienen interacciones positivas con sus compañeros/as. Howes, C., & Ritchie, S. (1999).
Muestran niveles más bajos de agresión, menos peleas y discusiones con maestros/as, compañeros/as, y menos conductas disruptivas en el salón de clases. Merritt, E., Wanless, S., Rimm-Kaufman, S., Cameron, C., & Peugh, J. (2012).
Es así que ser un docente que habilite un apego seguro en el aula, exige conocimientos específicos de la Teoría del apego y solo a partir de allí se podrán derrumbar ideas, mandatos, prácticas educativas y de crianza sostenidas por el sentido común. Dar nuevos sentidos a las formas escolares de vinculación es una oportunidad valiosa para estudiantes que no se encuentran en un hogar con apego seguro, y aporta un mayor valor a estudiantes que no cuentan con experiencias de relaciones satisfactorias.
Reflexionar sobre las prácticas pedagógicas y su relación con la figura de apego requiere detenerse, mirar y pensar a través de una nueva lente que permita interrogarse para encontrar nuevos caminos a recorrer en el vínculo educativo. Algunas preguntas a responder son:
¿Los docentes pueden ser figuras de apego?
¿Cómo lograr ser una base segura para nuestros estudiantes?¿Qué huellas dejan en las infancias un apego seguro?¿Es posible visibilizar las necesidades emocionales de los estudiantes del aula?
La importancia de reflexionar y repensar el vínculo pedagógico implica cuidar y valorar la tarea docente como así también comprender las necesidades emocionales de los niños y niñas. El aprendizaje como un proceso social y personal complejo que depende en gran medida del factor emocional y que requiere docentes suficientemente comprometidos que no hagan más tareas educativas, sino algo distinto que les permita vínculos saludables, esto es lo que llamamos tejer nuevas tramas educativas y lo que propone la presente formación.
Conclusión
La escuela es un dispositivo histórico, con lógicas singulares determinadas por un tiempo, un espacio, relaciones vinculares y conocimientos de época. Las mismas son sostenidas por el pensar, sentir y actuar de los docentes que oscilan entre los mandatos y tradiciones pedagógicas y las transformaciones sociales actuales, ambas se evidencian en las prácticas profesionales y en la vinculación áulica, espacio de convivencia con niñas y niños.
El programa del Círculo de seguridad en el aula posibilita desarrollar capacidades en los docentes para reconocer y reaccionar ante las señales que los estudiantes emiten de sus necesidades de apego, logrando el contacto y proximidad con la figura docente. La adquisición e implementación de estrategias para una lectura y respuestas ante las señales de los niños/as promueven a la figura docente como base segura, beneficiando la vinculación pedagógica a través del fortalecimiento de la confianza y el aprendizaje cognitivo, social y especialmente emocional.
En síntesis, el enfoque del Círculo de seguridad en el aula colabora en el desarrollo integral de los estudiantes en el contexto escolar, promoviendo la salud y el bienestar emocional. En esta formación encontrarás un lugar en donde poder reflexionar sobre la educación escolar en la actualidad y el rol docente como base segura, mediante el análisis y comprensión de resonancias personales que habilitan a poner en el centro de la escena educativa la relación de apego entre estudiantes y docente.