Por qué hay que ver Del Revés

En el verano de 2015, junto a mi hijo Javi de 4 años, vi esta película en el cine. Empezaba como empiezan todas nuestras historias, en el momento del nacimiento (bueno, siendo justos nuestra historia empezó mucho antes, pero esa es otra historia, como diría Ende).

Javi la disfrutó mucho. Yo me emocioné y di las gracias al equipo que hizo posible su realización por dar la oportunidad a profesionales y a padres de aprender sobre cómo funciona nuestro cerebro, aunque sea de forma esquemática. Mi hijo pequeño, John, se convirtió en fan cuando la compramos unos meses después. Y gracias al pequeño la pude visualizar más de 20 veces hasta que dejó de ser novedad para él… ahora está obsesionado con Jurassic Park y los dinosaurios. El asunto es que al final la habré visto más de 30 veces, así que puedo hablar un poco de ella y recomendarla.

Antes de seguir leyendo, por favor ten en cuenta que voy a contar cosas que suceden en la película, a resumirla, señalar cosas que se nos pueden escapar al verla… Lo primero es la estupenda y sencilla manera de explicar el desarrollo emocional en el infante: nacemos con las estructuras cerebrales adecuadas para experimentar emociones. Al principio sólo podemos experimentar físicamente diestrés y sensaciones agradables, de forma básica en la película traducen esto en tristeza y alegría. Poco a poco el cerebro va creciendo y se vuelve más complejo, dejando asomarse a más emociones. En la película Del Revés se muestran las cinco emociones básicas: tristeza, alegría, miedo, ira y asco. También muestra cómo los cambios evolutivos traen nuevo «equipamiento». Al nacer, el control de mando es simple. En la infancia es más complejo. Con la adolescencia llega una central de mandos muy sofisticada, con la capacidad de experimentar emociones de muchos colores.

Continuará 😉